Hace algunos días nos planteamos en clase una actividad a la que los niños llamaron EL EXPERIMENTO.
Se trataba de una propuesta en la cual ellos debían actuar en clase como si estuvieran solos y no hubiese ningún maestro o maestra en clase.
La verdad, es que resultó curioso anotar las distintas reacciones que mostraron los niños. Ellos sabían que eran observados por mi, y al principio andaban desorientados sin saber que hacer, sin atreverse a hacer nada por pensar que les llamaría la atención.
Algunos comenzaron por hacer las rutinas diarias (poner la fecha, recoger tareas, hacer actividades del libro de clase,...). Poco a poco, iban sintiéndose más confiados e iban cogiendo puzzles, escribiendo en la pizarra, los más atrevidos comenzaron a salir de clase e incluso a ir al patio. Algunos pedían permiso para algunas actividades, y mi respuesta siempre era que, HICIESEN LO QUE ELLOS CREYERAN. Esta respuesta los despistaba aún más.
Poco a poco volvieron a sus mesas y a ir cogiendo libros de clase o de lectura para ir volviendo a la normalidad. Al final realizamos una puesta en común sobre lo que había ocurrido.
Tras la observación del EXPERIMENTO, obtuve las siguientes conclusiones:
- La primera reacción fue desorientación, sin saber, ni atreverse a hacer nada.
- Hacer o tocar cosas de clase que normalmente no están permitidas. (Incumplir las normas).
- Volver poco a poco a las rutinas que les hacen sentirse más cómodos y seguros.
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